Ejecución Estratégica, la Nueva Apuesta de los Empresarios
Autor: Carolina Rodríguez Puin*.
Tradicionalmente el concepto de estrategia no se concibe ligado a la planeación empresarial, sin embargo, la importancia se hace evidente cuando se entiende la estrategia como la aplicación inteligente del conocimiento en la vida práctica; como la capacidad de desarrollar pensamientos y habilidades que permitan modificar una idea original y adaptarla a situaciones inesperadas y sorpresivas. Actuar disciplinada y creativamente bajo presión y en condiciones difíciles no es tarea fácil, y para lograrlo no sólo se requiere tener conocimiento teórico sino la habilidad a la hora de tomar las mejores decisiones y ejecutarlas en el menor tiempo y de la mejor manera posible.
La Estrategia como Concepto
La palabra estrategia proviene del griego strategos, que significa “líder del ejército”. A lo largo de la historia ha sido un tema ampliamente estudiado y analizado dentro de los espacios académicos, militares y gubernamentales. Sin embargo, durante los últimos años ha sido un concepto adoptado por las ciencias económicas y de administración, las cuales lo han entendido como parte fundamental de todo el proceso de creación, ejecución y evaluación del crecimiento empresarial.
Ram Charan, reconocido “gurú” de estrategias de negocios a nivel mundial llegó a la siguiente conclusión “La ejecución es una disciplina olvidada por la mayoría de las empresas. No es simplemente un conjunto de tácticas, es la habilidad para llevar a la práctica la estrategia planeada” (Charan & Bossidy, 2003). Esta conclusión, resultado de más de tres décadas de análisis empresarial, deja ver la manera en la cual, las empresas tienden a focalizar sus esfuerzos en el diseño de una planeación estratégica, con metas y objetivos a mediano y largo plazo, dejando de lado el cómo llegar a su cumplimiento. Así las cosas, la ejecución pasa a un segundo plano, como un tema meramente táctico, y no como parte de la cultura organizacional y estratégica del negocio.
Los Alfiles de la Reina
Hoy en día la capacidad de ejecución es lo que diferencia a una empresa de las demás. El no contar con esa habilidad será una desventaja competitiva y dificultará el crecimiento y la prosperidad.
Así las cosas, si bien es cierto que la ejecución debe ser considerada como un proceso sistemático de discusión y creación de “cómos” y “por qués”, no es menos importante que éste debe estar fundamentado en cuestionar, suponer, evaluar, sincronizar y, sobre todo, estar dispuesto a cambiar paradigmas, conforme varíe el ambiente del negocio.
Sin duda alguna, para ejecutar un plan estratégico con éxito se debe encontrar el equilibrio perfecto entre la obtención de resultados a corto plazo y la posibilidad de implementar los cambios necesarios que perduren en el tiempo. Esta disyuntiva entre inmediatez de resultados y permanencia de las medidas tomadas, requieren no solamente de habilidades gerenciales sino el apoyo permanente y constante de un equipo de expertos que logren, desde la prospectiva empresarial, visibilizar, analizar y apoyar la toma de aquellas decisiones que marcarán el rumbo hacia la victoria.
Tal como se ha mencionado, una formulación exitosa de la estrategia depende, no sólo del análisis del mercado y de la competencia, sino que también está sumamente relacionada con el juicio y la visión empresarial. Sin embargo, la implementación adecuada no depende solamente de la alta dirección, pues es la ejecución la que se da a través de todos los niveles de la organización. Y en este punto es en donde radica gran parte del éxito o fracaso de cualquier corporación, pues no basta con tener la capacidad de convertir las metas en tareas específicas, es fundamental que estas tareas sean medibles y su seguimiento se realice periódicamente y, sobre todo, sin descuidar los detalles.
Desde esta perspectiva, es la estructura interna de la organización la que debe ajustarse a la estrategia, y para esto, la figura de “Ejecutivo de Estrategia” ha tomado fuerza entre los estudiosos de la materia. Sus tareas específicas estarían relacionadas principalmente con garantizar la puesta en marcha de la estrategia formulada desde la Alta Dirección, impactando sobre todos los niveles de la organización, generando sinergias, buscando recursos y, de ser necesario, recurriendo a agentes externos que fortalezcan el accionar de la empresa y la toma de decisiones.
Así las cosas, un verdadero líder de ejecución debe tener las siguientes siete conductas claves:
- Conocer su negocio y su personal
- Ser realista y creativo
- Fijar metas y prioridades claras
- Dar seguimiento a las metas
- Reconocer y recompensar a quien hace las cosas bien
- Apoyar el crecimiento personal y profesional de los demás
- Conocerse a sí mismo
Las Operaciones: La Triada Perfecta entre Estrategia, Personal y Recursos
En palabras de Charam y Bossudy, si bien las operaciones pueden ser entendidas desde el concepto tradicional de una empresa (marketing, logística, etc), “operacionalizar” la estrategia hace referencia a posibilitar su ejecución. Así, en palabras de los autores, “se trata de un proceso operativo vigoroso, centrado en un plan operativo que vincula la estrategia y el personal, a los resultados”.
Como ya se ha anotado, con el proceso de estrategia se define a dónde se quiere llevar el negocio, ahora, el proceso de personal define quiénes lo van a llevar a ese anhelado lugar. Ahora bien, el camino a seguir por el personal es definido por el plan operativo, pero no es un camino recto, por el contrario, es una trocha, un camino de herradura lleno de piedras, recovecos y muchas calles sin salida. Y es precisamente acá en donde la empresa debe fijar prioridades, analizar escenarios, tomar decisiones y recomponer el rumbo si es necesario.
Acá, el problema radica en la habilidad que tenga la empresa para disponer de todos los recursos necesarios frente a las decisiones de última hora que deban tomarse. Si bien el presupuesto se establece de manera anual, no puede convertirse en una camisa de fuerza o en una talanquera, para la realización de una tarea que deba realizarse de manera inmediata.
Así las cosas, un buen proceso de planeación estratégica también requiere reconocer la flexibilidad como un componente real y necesario. De igual manera es fundamental reconocer que al hablar de personal, no solamente se hace referencia a los colaboradores que, sin importar su nivel, trabajan en la empresa; también se refiere a los equipos de expertos de apoyo, que deben estar presentes de manera transversal, en todos los procesos de la misma, como por ejemplo los asesores en temas jurídicos, quienes serán los encargados de blindar a la Alta Dirección y apoyar sus intereses de crecimiento y consolidación.
A Manera de Conclusión
Si bien el concepto de Ejecución Estratégica ha sido un concepto poco estudiado y hasta polémico, su importancia se hace evidente en tiempos en donde la incertidumbre ya hace parte de la cotidianidad y no es posible establecer planes estratégicos empresariales inmunes a los cambios del entorno; cambios por demás, que se dan a velocidades anteriormente inimaginables.
En estos nuevos tiempos, la realidad debe partir desde ver “las cosas como son” y no “las cosas como le gustaría que fueran” y los resultados empresariales dejan de ser simples cifras y se convierten en la sumatoria de pequeñas victorias desde todos los niveles de la corporación.